Este artículo forma parte de un grupo de piezas que estamos destinando al fenómeno de la gig economy pornográfica.
Hace unos días publicamos un artículo en el que profundizábamos en el impacto que tuvo la decisión de OnlyFans de expulsar todo el contenido de trabajadores sexuales de su plataforma.
Básicamente, de la noche a la mañana, miles de creadores de contenido descubrieron que su modelo de vida iba a desaparecer, por el simple motivo de que la plataforma donde generaban ese contenido, ya no les quería en ella.
Un ejemplo de cajón de gig economy nociva:
- De ese tipo de trabajos basura, ahora apoyados por sistemas digitales, y que se venden como la excusa perfecta para sacarse un sueldo extra, cuando en la práctica muy pocos pueden vivir de ello.
- Y también del riesgo que supone depender de una única plataforma. Sea OnlyFans, como es en este caso, sea Google Adsense, o Amazon Afiliados, o Youtube, o TikTok, o Instagram…
Al final, como era de esperar, han dado marcha atrás, lo que apunta más hacia un movimiento estratégico reputacional frente a esa paulatina expulsión de los mercados inversionistas mainstream, que ya explicamos por estos lares, y que se puede resumir en que los bancos, y muchos inversionistas, no querían meter el dinero en la plataforma, a sabiendas de que principalmente tiene contenido pornográfico, y que potencialmente estaba siendo utilizada por menores de edad.
Hay que tener en cuenta que, aunque en efecto hay en OnlyFans otros creadores de contenido (no sexuales, me refiero), la realidad es que la mayor parte de sus creadores pertenecen a este sector, y teniendo en cuenta que hablamos de una empresa que en apenas cuatro años, ha conseguido repartir (según sus propias palabras) los primeros 1.000 millones de dólares entre sus usuarios, era como tirarse un tiro en el pie.
La uberización de la pornografía
Aún así, no es raro observar perfiles que adquieren relativa viralización en otras redes como Twitter, Instagram y Tiktok, y ese afán de monetizar su presencia digital, acaban por abrirse una cuenta de OF y alentar a sus seguidores a suscribirse.
En esta economía de la atención que rige las sociedades modernas, parece que si eres mujer y no enseñas cada vez más, o eres hombre y no haces cada vez gilipolleces más peligrosas, no adquieres más notoriedad, y por tanto no acabarás pudiendo vivir de la generación de contenido.
Aunque esto último, en la mayoría de casos, sea pura fachada, al entrar en juego exactamente las mismas mecánicas que ya vemos en el resto de negocios basados en vender humo: Los casos de éxito, y los supuestos testimonios (del propio creador, o de terceros alabando la calidad de dicho contenido) son ganchos que ya no solo atraen a nuevos consumidores, sino que además anima a cada vez más usuarios a transformarse en creadores de contenido (en este caso pornográfico), seducidos por las aparentes facilidades que ofrecen estas plataformas para hacerse ricos.
Disclaimer: Es, y sigue siendo, mentira.
A esto es lo que llamamos en su momento la democratización del porno amateur, a lo cual dediqué una pieza en profundidad.
Sin embargo, casos mediáticos y aislados como el de la actriz sexual Bella Thorne (EN), que en apenas 24 horas facturó con su canal 1 millón de dólares, y ese meme tan manido en redes como TikTok con chicas (principalmente) contando supuestamente lo que ganan en la plataforma, palidecen frente a una realidad constatada por estudios externos que aseguran que, de media (es decir, ponderando con el mismo peso perfiles como el de Bella Thorne, y el de aquellos que no tienen ningún suscriptor), los creadores de contenido explícito están facturando alrededor de 180 dólares mensuales, y que tan solo el 1% de los creadores (unos 16.000 creadores en todo el mundo) recibían el 33% de todos los beneficios totales de la empresa (facturaban más de 50.000 dólares anuales).
Si en vez de una media, hablásemos de una mediana (una ponderación más cercana a la realidad del ingreso medio por creador en la plataforma), a sabiendas de la terrible desigualdad que hay en el reparto de beneficios, esa cifra mensual sería irrisoria.
Y si sumas a la ecuación esa incitación a utilizar canales principalmente utilizados por menores de edad, como es el caso de TikTok, para dar a conocer dicho contenido, estamos ante todas luces ante un fenómeno de gig economy nociva para la sociedad, y peor aún, de posible explotación sexual infantil. Justo lo que preocupaba a esos inversionistas de los que hablábamos al principio de la pieza.
He aquí la razón de por qué hay que ser cautos con estas modas pasajeras.
De la importancia de labrarse una Presencia Digital ajena a los designios de una única plataforma.
Y de tener capacidad crítica a la hora de apostar por un modelo de negocio que parece estar en boca de todos, y peor aún, ser terriblemente sencillo de poner a funcionar.
¿Y qué hay de la privacidad y seguridad de compartir mediante un muro de pago contenido sexual?
Precisamente sobre esto publicaré estos días otra pieza, en la que explico un caso reciente de una chica que nos contactó a EliminamosContenido con el interés de eliminar varios vídeos suyos sexuales que ha encontrado en plataformas pornográficas.
Paciencia :).
Todos los artículos de esta misma lista sobre OnlyFans:
- El riesgo de depender económicamente de una única plataforma.
- El fenómeno de la uberización de la pornografía.
- El que tu contenido esté detrás de un muro de pago no lo hace más privado.
- Las ventajas de una plataforma sin estigmas por el desnudo
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