Hay un debate de base en toda la industria del software libre, y que salpica por tanto al de las licencias permisivas, y es si estas, a priori diseñadas precisamente para que cualquiera, cumpliendo una serie de requisitos muy laxos, pueda utilizarlas… deberían estar prohibidas para aquellos que claramente quieren hacer uso de esas herramientas para el mal.
Hablo por tanto del uso que se le da a bibliotecas de recursos y software firmado con licencias open source en sectores como el de la defensa nacional (una alegoría más de la industria armamentística), el espionaje, el terrorismo, y en definitiva cualquier acción que vaya claramente alineada con intereses de hacer daño a un porcentaje de la sociedad.
A priori, prácticamente toda la totalidad de estas licencias permiten legalmente utilizar el recurso que firman para el mal… y ahí está el debate, ya que detrás de la toma de decisión de desarrollar un producto y liberarlo mediante una licencia permisiva está, de hecho, la ética y moral de quien lo ha desarrollado.
El interés de esta persona o grupo de personas de que su herramienta acabe sumando a la sociedad.
No justo al contrario.
Raro será el caso de que alguno de estos creadores (un servidor mismamente ha firmado buena parte de su trabajo público mediante licencias open source) se pondrá feliz al saber que su producto ha acabado sirviendo, por ejemplo, para identificar insurgentes en una guerra transfronteriza, o para segmentar audiencias por raza, clase social o religión.
Por supuesto, este debate se cerraría rápido si todos fuéramos conscientes de que algunos iluminados ya han dado con la solución hace tiempo: la licencia hipcrática (EN).
Un tipo de licencia de software libre que añade cláusulas sobre los derechos humanos, de forma que cierra el círculo alrededor de lo que éticamente se puede y no se puede hacer con este tipo de productos: si incumple en algún punto la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, no se puede utilizar.
Sin embargo, no he sabido de su existencia hasta hace poco, cuando leía sobre el movimiento del software ético en esta pieza de ZDNet (EN), y probablemente no sea el único en la sala que desconocía la existencia de tal tipología de licencias.
Y por último, y no menos importante, está otra lectura que sobrevuela todo este entramado, y que no es otro que el hecho de que muy probablemente alguien que basa su negocio en hacer el mal (en el sentido literal de la palabra) vaya a tener muchos reparos en saltarse lo que dice una política de licencia con un recurso accesible públicamente.
Algo que vemos que pasa en el mundo de los negocios continuamente, con casos tan sonados como el de esa supuesta empresa de ciberseguridad israelí llamada NSO Group, cuya misión, al parecer, es ayudar a gobiernos y otras entidades supranacionales con «la ansiada búsqueda de la paz mundial», y que para ello saca al mercado herramientas de espionaje masivo que cualquiera diría que se parecen muy mucho a las que utilizan el resto de terroristas…, pero que, curiosamente, ningún gobierno ha penalizado… por eso de que muchos de ellos, España incluida, son clientes.
De puertas hacia afuera, por supuesto, todos tenemos claros nuestros límites.
Otra cosa es lo que hagamos de puertas hacia dentro, ya sabes…
En CyberBrainers ayudamos a empresas y usuarios a prevenir, monitorizar y minimizar los daños de un ataque informático o una crisis reputacional. Si estás en esta situación, o si quieres evitar estarlo el día de mañana, escríbenos y te preparamos una serie de acciones para remediarlo.
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Pablo F. Iglesias es un empresario e inversor español especializado en la Consultoría de Presencia Digital y Reputación Online, fundador de la agencia de reputación CyberBrainers, de la startup EliminamosContenido, y del sello editorial Ediciones PY. Además, es un reconocido escritor con su saga de ciencia ficción "25+1 Relatos Distópicos" y "Historias Conectadas", y la colección de fantasía épica "Memorias de Árganon". Dedica sus "horas libres" a concienciar sobre las oportunidades y riesgos del entorno digital, ya sea en charlas, talleres, sus escritos en blogs y las colaboraciones con medios de comunicación.